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La economía creció un 5,5% en 2022 a costa de bajos salarios y precios altos

La economía española creció en un 5,5% en 2022, superando las expectativas del Ejecutivo, que pronosticaba un 4,6%, el Banco de España, un 4,6%, y las más optimistas del FMI, un 5,2%. Beneficios históricos y salarios en los huesos. Las declaraciones triunfalistas del Gobierno contrastan con un año en el que los salarios no han llegado a subir más de un 3%, mientras el precio de los alimentos más básicos se ha incrementado en un 50%. La realidad es clara: se trata de un crecimiento de los beneficios empresariales a costa de los salarios de los trabajadores.

Elías Lavín

Viernes 27 de enero
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Si el impacto de la pandemia hizo contraerse el PIB de la economía española en un 11,3%, parece que el PIB, sin recuperar todavía las cifras previas a la pandemia, se recupera rápidamente, a un crecimiento anual del 5,5% tanto en 2021 como en 2022. Los diferentes partidos del Gobierno no hacen más que celebrar los números, achacándolos a las medidas tomadas a lo largo de estos años.

Atendiendo a los precios corrientes, el PIB se sitúa actualmente en 1.328.922 millones de euros, un 10,1% frente a los datos del 2021. De este modo el Producto Interior Bruto se queda cerca de superar el shock de la pandemia y la economía española lidera el avance entre los principales países de la zona euro.

Pedro Sánchez presumía en el foro de Davos de la “excepcionalidad ibérica” o de que España fuera uno de los principales países receptores de los fondos europeos. Por su lado Unidas Podemos con Yolanda Díaz a la cabeza, destacan los aspectos positivos de la reforma laboral, como el aumento de los contratos indefinidos y el descenso del desempleo. Las aparentes victorias del ejecutivo se dan “en un contexto internacional de gran incertidumbre, marcado por las consecuencias de la guerra de Rusia en Ucrania, la economía española ha demostrado una gran solidez y resiliencia”, destacan fuentes del Ministerio de Asuntos Económicos.

Este triunfalismo contrasta con el mordisco de la inflación a los salarios mediante el aumento de los precios. Las mismas fuentes del Gobierno presumen de cómo la demanda interna ha aguantado el daño histórico de las subidas de precios al poder adquisitivo de las familias. Es decir, el hecho de que los y las trabajadores han tenido que gastar un porcentaje mayor de sus salarios para poder aguantar el año. De este modo, el incremento del gasto de los hogares y de la inversión de las empresas, ha sido superior al 4% en 2022, frente a 2021.

En realidad, el crecimiento anual del PIB ha sido el mismo que el del año pasado. Y ya a finales de año, en el cuarto trimestre, la inflación y las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) hacían retroceder el consumo privado en un 1,8% respecto al trimestre anterior. De este modo los trabajadores han moderado el gasto en el periodo de la campaña navideña, a pesar, incluso, de la moderación del IPC. La tasa de ahorro cae, incluso, a niveles pre-pandemia en nuestro país, al 6% de la renta disponible de las familias.

Se esquiva por el momento la recesión, pero el consumo, la inversión y las exportaciones caen. Los principales perdedores, como apunta el retroceso en el consumo, son los propios trabajadores. Y es que el crecimiento del PIB está teniendo lugar sobre la base de unos salarios que no es que estén siquiera estancados, sino que retroceden.

Uno de los datos más destacados es, precisamente, la caída de los precios en cada industria y la moderación en los sectores de la energía, la minería o el metal. Esto se debe a las medidas del Gobierno para bajar el precio de la electricidad (como el tope al gas), pero especialmente las bajadas de impuestos, las ayudas directas a las grandes empresas (sobre todo a la industrias más electrointensivas), y la moderación salarial. No es casual, por tanto, que a “la economía”, a las empresas, les vaya relativamente bien, mientras los trabajadores tienen dificultades para llegar a fin de mes.

Esto se hace patente si miramos el precio de los alimentos. La inflación estructural se disparaba en diciembre hasta alcanzar el 7%, debido al aumento del coste de los alimentos en los supermercados. Los alimentos básicos llegaron a subir en un 50% en 2022. A pesar de la moderación del IPC general, en un 5,7%, el aumento de los alimentos era imparable.

El subíndice que mide la evolución de los precios de la alimentación dentro del IPC escaló un 15,7% en diciembre, respecto al mismo mes de 2021 (¡10 puntos más que el IPC general!), tras hacerlo otro 15,3% en noviembre, también en términos interanuales. En este marco, las bajadas del IVA decretadas por el gobierno fueron otro regalo a las grandes empresas, ya que solo sirvieron para engrosar el bolsillo de los grandes supermercados. En el 2022 las subidas de precio fueron mucho más destacadas que en 2021, por ejemplo, en el aceite de oliva, arroz, leche, huevos, queso, patatas, pan, cereales de desayuno o en algunas legumbres u hortalizas.

En este marco el aumento de los salarios ha sido inferior al 3%, muy por debajo del aumento del coste de los alimentos. Si ponemos como ejemplo los salarios del sector del comercio, éstos subieron un 2,62%, mientras que las empresas del sector mejoraron los márgenes en un 9,5% a cierre del tercer trimestre de 2022. Los salarios negociados en los convenios en España cerraron 2022 con una mejora del 2,8%, lo que implica una fuerte pérdida de poder adquisitivo en promedio por el daño de la inflación. Blanco y en botella: un traslado del aumento de los costes a los precios, esto es, a los bolsillos de los trabajadores.

Pero esto no es todo. A lo largo del 2022 ha tenido lugar un aumento sin precedentes de las horas de trabajo no pagadas. Esto es, del trabajo gratuito. La reforma laboral de Yolanda Díaz, triunfal en las estadísticas, esconde un fraude de parte de las empresas cercano a los tres millones de horas semanales, más de 3.500 millones anuales en sueldos, cotizaciones e impuestos. 45 millones de euros semanales en impagos a los trabajadores. Esto es el equivalente a más de 70.000 puestos a jornada completa. Todo ello mientras aumentan los fijos-discontinuos.

El mensaje triunfalista del Gobierno oculta un traslado de los costes de la crisis y la guerra sobre los trabajadores. En esta situación de crisis las empresas están batiendo récords históricos de beneficios. Frente a la contención de los salarios urge exigir a las direcciones de los sindicatos un plan de lucha que rompa con la paz social y pelee por aumentos salariales por encima de los niveles de inflación.


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Elías Lavín

Madrid

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